La idea no prosperó, pero motivó a los bancos centrales del mundo a analizar los efectos de una moneda digital para enfrentar la amenaza del gigante tecnológico y estar a la vanguardia. Chile no podía quedar fuera, y en mayo de 2022, el Banco Central (BC) emitió el primer ‘Informe sobre la Emisión de una Moneda Digital (MDBC)’, que detalló las acciones a realizar por parte de una mesa técnica de trabajo con actores públicos, privados y la comunidad, entre ellos, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), las fintech, plataformas transaccionales de criptomonedas y dinero electrónico.
Dentro de las próximas semanas, se apresta a entregar la segunda versión de este reporte, con datos recogidos en una encuesta abierta a la comunidad, seminarios, conversatorios y reuniones de trabajo. El consejero del Banco Central, Alberto Naudon, quien ha liderado personalmente estas iniciativas, adelantó a ‘El Mercurio’ los principales beneficios y preocupaciones levantados en este proceso.
¿Cómo sería?
Aún no están claras sus características, pero hay coincidencia entre los diferentes actores en que la MDBC debiera ser segura, confiable, de bajo costo, fácil uso y tener una versión offline.
Lo que es un hecho es que no se utilizará a través de una tarjeta u otro medio provisto por el instituto emisor. La moneda digital no es un instrumento de inversión, sino el equivalente digital a los billetes y monedas que existen hoy. Un registro alojado en una plataforma que dispone el Banco Central, donde coexisten distintos proveedores privados, que administrarían las billeteras digitales de los usuarios.
‘La mayoría de los países piensa en un sistema de dos niveles, en que los bancos centrales proveen una plataforma en la que se montan soluciones privadas de servicios de pago que son los responsables de la relación con los usuarios, de informar saldos, autenticar identidad y ofrecer soluciones customizadas, desde pagos de grandes sumas hasta operaciones básicas, simples y más económicas’, explica el consejero Naudon.
El académico de la Universidad Católica de Valparaíso y exvicepresidente del Banco Central, Enrique Marshall, estima importante dejar claro que el BC no será el intermediario con las personas, al igual como ocurre hoy día con los billetes y monedas, que son distribuidos por los bancos a los consumidores financieros.
Naudon destaca que ‘disponer de nuevos medios de pago coherentes con las tecnologías beneficiaría la competencia, la innovación, y ayudaría a profundizar la inclusión financiera. Un nuevo sistema sería complementario al actual, lo que haría más resiliente el sistema de pagos. El Banco Central, por su rol de garante de la estabilidad de los pagos, debe estar en la frontera de estos temas’.
Desafío tecnológico y reputacional
Una MDBC permitiría realizar pagos y otro tipo de operaciones de manera instantánea, segura y a menores costos, lo que implica un desafío tecnológico, logístico y reputacional para el Central.
En esto coincide Enrique Marshall, quien considera ‘auspicioso que la institución esté conversando con la industria y la comunidad en general, además de dar los lineamientos para que el mercado levante preguntas y vaya procesando un proyecto de tal magnitud, porque el mundo avanza en esta dirección’.
Por ahora, el BC está analizando el impacto de esta nueva moneda en la política financiera y monetaria, para después definir sus características y, eventualmente, testear pilotos acotados, proceso que puede tomar incluso años, si es que el Consejo del Banco decide avanzar en esa línea.
También habrá que analizar eventuales ajustes legales, como advirtió el FMI, ya que la Ley Orgánica Constitucional mandata al Banco Central emitir billetes y acuñar monedas en formato físico.
Eventuales efectos
‘Estudiar su viabilidad no significa necesariamente que esté tomada la decisión de emitir una MDBC. Tecnológicamente, no es tan difícil de crear, más desafiante es que sea atractiva como medio de pago y que a la gente le haga sentido usarla’, advierte el consejero Naudon, quien adelanta las cuatro mayores preocupaciones levantadas en los procesos de consulta.
Primero, el impacto que tendría una MDBC en la competencia si el marco regulador es muy rígido, lo que pudiese desincentivar la innovación. No obstante, ve ahí una oportunidad: ‘que todos los participantes accedan a la misma red produciría mayor competencia entre distintos operadores de pago’, señala.
En segundo lugar, preocupa una eventual desintermediación del sistema financiero, que podría incidir en el costo del crédito, ya que los bancos tendrían que ofrecer mejores incentivos para retener a sus clientes. Por otro lado, la necesidad de que el medio converse y potencie el sistema de pagos existente y, por último, evitar el arbitraje regulatorio para asegurar una competencia justa, tarea que le compete al conjunto de reguladores.
A nivel ciudadano, Naudon explicó que si bien el tema es aún lejano para la gente, sus mayores inquietudes son la seguridad de las operaciones y que estén disponibles en todo el territorio. Ante eventuales efectos que la trazabilidad pueda tener sobre los datos privados, los expertos ven más bien el lado positivo, ya que puede ser una manera de solucionar los problemas del efectivo, que por su total anonimato es atractivo en actividades informales y de lavado de dinero, por ejemplo.
Otro aspecto que deberá evaluar el Central es la inversión que requerirá implementar la infraestructura tecnológica, lo que para Enrique Marshall es relevante para ‘asegurar que funcione bien, no se produzcan interrupciones y contemple la ciberseguridad. Todo esto tiene implicancias tecnológicas y de inversión más o menos grandes’.