El objetivo era claro: evaluar oportunidades de inversión en Latinoamérica.
Arabia Saudita tiene en marcha un plan llamado Visión 2030, que busca diversificar su economía, para que no dependa sólo del petróleo, y sea más verde y sostenible. Este plan también contempla un área de entretenimiento, que explica las recientes contrataciones de Cristiano Ronaldo y Neymar y el hecho que su Fondo de Inversión Pública (FIP) haya tomado el control del 75% de cuatro de los grandes clubes de la liga saudí: Al Hilal, Al Nassr, Al Ittihad y Al Ahli, mientras los otros ocho se han privatizado. El FIP tiene US$700 millones para invertir en este ítem.
A esto se suma el interés por invertir en el sector cinematográfico y deportivo, donde el golf lleva la delantera, con la creación del circuito LIV Golf, mientras llevan a adelante intensas conversaciones con la ATP para intentar trasladar a sus tierras algún Masters 1.000.
Ese plan los ha traído a Latinoamérica con la intención de tender sus tentáculos en los sectores que les interesa: seguridad alimentaria, infraestructura, metales claves para la transición energética y la inversión en agua, específicamente en plantas desalinizadoras, donde los saudíes cuentan con experiencia.
Una comitiva de alto nivel
La comitiva que aterrizó en Chile hace un par de semanas era liderada por uno de los hombres más influyentes de Arabia Saudita, Khalid Al-Falih, el poderoso ministro de Inversiones del reino. Al-Falih tiene la misión de materializar una cartera de inversiones dentro y fuera del reino saudí, así como aumentar sus exportaciones no petroleras al 2030.
El tema es uno de los principales desafíos del reino y su gobierno, liderado por el rey Salman bin Abdelaziz. Tan relevante que quien está a cargo es el actual príncipe heredero, ministro de Defensa y jefe del Consejo Económico del país, Mohamed bin Salman.
Parte de este plan consiste en tener una red global de logística, comercio y negocios que permita a sus ciudadanos poder seguir manteniendo altos estándares de vida, incluso cuando el petróleo pierda su valor debido a la transición energética.
Por eso, en esta gira por algunos países de la región vinieron dos de las cinco compañías más grandes e importantes para el reino y las más grandes a nivel mundial en sus rubros: la petrolera Aramco y la química Sabic. Sólo para entender los tamaños: Aramco es la primera empresa mundial por resultados y dividendos, la tercera por capitalización bursátil (US$ 2,13 billones), después de Apple (US$ 2,8 billones) y Microsoft (US$ 2,4 billones), y la primera petrolera del mundo.
Junto a ellas también aterrizó en Chile el Fondo de Inversión Pública (FIP, que tiene activos por US$600 mil millones), la firma desarrolladora de energía ACWA Power, el conglomerado de negocios privado más grande de Arabia Saudita Al Rajhi International for Investments; la firma pública, encargada de la seguridad alimentaria Saudi Agriculture and Livestock Investment; la naviera Bahri, el desarrollador inmobiliario más grande del reino Dar Alrarcan; la minera estatal Ma’Aden, la farmacéutica Spimaco; el Fondo Saudí de Desarrollo (SFD), la firma de inversión en empresas de innovación Mashafi Holding Group, el holding de empresas Al Bawani y la empresa de fabricación de dispositivos médicos Jamjoom Medical Industries.
Y Chile en la mira
El gran desembarco de la inversión de países árabes en Chile partió en 2016. En enero de ese año el fondo de inversiones Abu Dhabi Investment Authority (ADIA) se asoció en Territoria Apoquindo, adquiriendo el 80% del proyecto.
El fondo perteneciente al gobierno de Abu Dhabi (uno de los siete emiratos que conforman Emiratos Árabes Unidos), posteriormente, en octubre de ese año, también compró el 20% de las autopistas de Abertis en Chile, operación que se cerró en US$526 millones.
Ese mismo año se produjo el aterrizaje de Qatar Airways, en la propiedad de Latam Airlines, al comprar el 10% en US$613 millones.
En 2019, llegarían capitales de otro emirato a Chile. El operador portuario DP World, con sede en Dubái, compró el 71,3% de Puertos y Logística SA. (al grupo Matte), concesionaria del Puerto Central en San Antonio y de Puerto Lirquén. La operación por US$502 millones permitió a la firma emiratí atender a sus clientes en cinco puntos clave de Sudamérica. DP World, uno de los mayores operadores portuarios -el quinto del mundo-, está presente en seis continentes. Su accionista mayoritario es el fondo de inversión de titularidad estatal Dubai World. Según fuentes del sector portuario, es una de las compañías interesadas en la futura licitación del puerto de Valparaíso, lo cual se podría dificultar eso sí por las reglas de integración horizontal que se generaron en las licitaciones de puertos.
En marzo de 2022 se produjo otra gran transacción con capitales de esa zona: el fondo de inversión ADQ de Abu Dhabi, tomó el control de Unifrutti, productor y distribuidor frutícola que desde su fundación había estado en manos de la familia De Nadai.
Hasta aquí, todas estas grandes inversiones han sido incursiones de empresas que forman parte de los Emiratos Árabes Unidos o Qatar, ninguna proveniente de Arabia Saudita.
En Chile hasta ahora los saudíes han incursionado en el sector frutícola, con un muy bajo perfil. En 1992 Sharbatly Fruit, de la familia de origen saudita del mismo nombre, comenzó con Agrisouth Estates en la Región del Maule: ya tiene 1.200 hectáreas plantadas, principalmente con manzanas, y gran parte de la producción es adquirida por Sharbatly.
También han incursionado en el sector de la energía renovable. La empresa Abdul Latif Jameel tiene plantas fotovoltaicas y eólicas en varias regiones, mientras que Alfanar tiene un proyecto de hidrógeno verde en el sur del país.
Sin embargo, cercanos a inversionistas del mundo árabe indican que las empresas saudíes han estado mirando a Chile hace ya bastantes años para hacer inversiones de mayor cuantía. De hecho, afirman que ahora es su turno de invertir más fuertemente.
Salvatore Di Giovanni, jefe de la División de Promoción de Inversiones de InvestChile, señala que desde la entidad gubernamental han estado en contacto con países árabes del Consejo de Cooperación del Golfo desde 2019. «Creemos que hay un potencial de inversión significativo en distintos sectores económicos. Arabia Saudita enfrenta el desafío de diversificar su matriz productiva, empujado por las metas globales en materia de descarbonización. También tienen necesidades en seguridad alimentaria», analiza.
Nicolás Manzur, director ejecutivo de la Cámara Chileno Árabe de Comercio e Inversiones (Camcha), agrega que Chile es desconocido para ellos. «Pero es algo que está cambiando, ya que en el último tiempo el gobierno, algunas empresas y la recién fundada Cámara Chileno Árabe de Comercio e Inversiones están trabajando para acercar Chile y el mundo árabe».
Ya han ido varias comitivas chilenas a Arabia Saudita para establecer nexos y generar confianzas, algo esencial para ellos: a diferencia de los chinos, que suelen preferir quedarse con el control de los activos y proyectos donde ingresan, los saudíes prefieren buscar socios locales para invertir en la región y negociar que parte de su producción -si se trata de empresas productivas- se destine a su país.
En prepandemia, chilenos fueron al reino saudí a mostrar las alternativas de inversión que presentaba Chile. Estaban a punto de viajar con el interés de cerrar algún acuerdo, pero el estallido social y luego la pandemia les hizo suspender el viaje. En ese minuto, el interés que los movía era inversiones en real state -miraron por ejemplo la torre de oficinas del Costanera Center-, alimentos e infraestructura.
Manzur apunta que los fondos árabes tienen entre sus prioridades las inversiones en infraestructura, inmobiliaria, agroindustria, logística, turismo y energía. «Considerando el gran déficit de obras públicas que existe en Chile, por sobre los US$15 mil millones, los fondos árabes pueden convertirse en los socios ideales», agrega.
Hidrógeno verde, litio, agua y fruta
En Chile, las grandes empresas y fondos saudíes nunca han invertido; ya que partieron por Europa, Estados Unidos, y los países más cercanos geográficamente. «Chile es el país del mundo más alejado de Arabia Saudita, pero se perfila como uno de los países más atractivos del continente, por su estabilidad institucional y modernidad, destacándose en la región. Sumado a nuestro desarrollo en energías limpias y planes para el hidrógeno verde, entre otros factores», analiza Manzur.
Y, de hecho, ese es su gran interés: invertir en litio, hidrógeno verde y en agua, específicamente en plantas desalinizadoras, donde ellos cuentan con un gran expertise. Su foco hoy está puesto en todo lo que sea sustentable, energía verde y mantener la seguridad alimentaria.
Salvatore Di Giovanni explica que tienen interés en temas de industria alimentaria, transición energética (en particular en hidrógeno verde), desalinización de agua y minerales críticos, particularmente cobre y litio. Agrega que en la reciente visita comercial de empresas saudíes, lideradas por el ministro de Inversiones, se les presentaron las carteras de concesiones de obras públicas, oportunidades en desarrollo inmobiliario, industria alimentaria, hidrógeno verde y almacenamiento de energía, además de minerales críticos, donde Chile juega un rol relevante en cobre y litio en el mundo. «No nos corresponde pronunciarnos respecto de qué proyectos generaron más o menos interés», señala.
Otro de los sectores que están mirando es el frutícola, ya que uno de los mandatos que tiene este plan de inversiones es garantizar la seguridad alimentaria. Antonio Walker, presidente de la SNA, que participó en los encuentros, señala que «en la reunión que sostuvimos con los inversionistas saudíes vi mucho interés en invertir en manzanas, kiwis, uvas y cerezas. Creo que es una gran oportunidad a futuro tanto para ellos como para Chile».
En la reciente visita, el ministro de Inversiones saudí, Khalid Al-Falih -quien también estuvo acompañado por la agregada comercial del Reino en Washington, Reem Al-Tharwa, la mujer clave de las inversiones en el continente-, firmó con el ministro de Economía, Nicolás Grau, un memorándum de entendimiento con miras a reforzar las relaciones económicas entre los dos países y promover la inversión extranjera directa. La agenda de Khalid Al Falih en Chile también contempló un workshop de negocios realizado en la Cancillería, donde participó InvestChile, la SNA y la Cámara Chilena de la Construcción.
Antes de esta visita de empresarios ya se había comenzado a pavimentar el camino para tratar de acercar el reino saudí a Chile. En mayo, el canciller Van Klaveren se reunió con el ministro de Estado para Asuntos Exteriores de Arabia Saudita, Adel al Jubeir, encuentro en el que el ministro saudí resaltó la experiencia de su país en el desarrollo de infraestructura para gestionar y desalinizar el agua, abriendo un área de cooperación en este ámbito, dado el estrés hídrico de Chile. Ahí, precisamente, se pronostican las primeras inversiones.
¿Qué falta para que den el gran salto? «Arabia Saudita es un país que se está abriendo al mundo. Más allá de instrumentos específicos que potenciarían la inversión, como puede ser un acuerdo de protección de inversiones, también es relevante dar continuidad a las conversaciones de negocio y profundizaciones diplomáticas que se han ido construyendo durante los últimos años», dice Di Giovanni.
Lo concreto es que también en esta gira Argentina y Brasil lograron sacar los mayores réditos. En el país transandino, los saudíes anunciaron su interés por invertir US$500 millones, a través del Fondo Saudí para el Desarrollo. Estos proyectos se enmarcan en un programa de financiamiento que incluye al sector de energía, en el que se destaca el gasoducto Néstor Kirchner, y proyectos relativos a la seguridad alimentaria.
En Brasil, antes de que la comitiva aterrizara, el país árabe cerró la adquisición del 10% de la minera Vale, compra que realizó Manara Minerals Investment Company (Manara), una nueva empresa que es un joint venture entre la minera estatal Ma’aden y el Fondo de Inversión Pública (PIF). Para adquirir esta participación, Manara desembolsó US$2.600 millones y marcó un precedente relevante, que deja entrever lo que se viene: los saudíes están dispuestos a hacer grandes desembolsos.
Nicolás Manzur señala que Chile tiene una oportunidad única con el potencial de las energías renovables y en la industria del litio. «Sólo en su transición energética, Arabia Saudita invertirá US$270.000 millones en los próximos siete años», comenta.